viernes

Sin salvia disolvencia

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La palabra, basta sincera, que nunca acaba de definirse y que se limita por sus letras, hoy andaba dando vueltas por el barranco; miscible con el agua, pero amarillenta a jurado en las grietas más abstractas, y profanando su lengua contra la piedra ha cicatrizado esos dejes, dejando suaves pulidos por el camino, comprando a ritmo paulatino todos los restos, todas las cosas, nuevos proyectos solo de boca; porque ella, pasajera y traidora, lisonjea camelando a las señoras, y a los caballeros les incita a puros y al sexo...
Por ello, en su demora, y en mi lucha inconexa contra su diplom
a, he hecho abuso de su nombre y he gastado mi lenguaje, le he escupido todas las preposiciones, ante con hacia en durante pudiese mantenerlas sin que temblase el semblante, hablé con faltas de ortografía, decliné irregulares, ganas de luna menguante que calmen los mares, y en la inefable dialéctica en que se produjo el contacto, resolvió la tormenta.

Ahoga ahora muda el agua, y baja sin hacer ningún ruido; las ranas que beben, callan, y su cuerpo fluido da de beber a las palmas y al bambú amarillo. Ha comprendido, de su inconsciente uso, que es mejor estar callado que hablar y hacer demasiado ruido
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