El pensador Danto, define
su situación actual como el fin de la historia y la muerte del arte.
Ello no quiere decir que los artistas ya no producen obras de arte
sino que no se distingue entre las que son obras de arte y las que
no, observando una de las exposiciones de Warhol. A partir de
entonces es que el problema yace en definir qué es el arte
para poder hacer así una diferencia entre lo que no es y lo que es
artístico. Según Danto, el arte tiene una condición y naturaleza
vagamente análogas a las palabras, es decir, que la naturaleza del
arte participa de la naturaleza de las palabras. Por otra parte, la
obra de arte se relaciona con las cosas de manera intensiva.
La obra posee una intencionalidad;
implica conciencia, una intención significativa, por eso es una obra
de arte; así, mientras que una lata de sopa Campbell's no quiere
decir nada, el cuadro de Warhol en el que ésta se representa sí, ya
que está expresando algo de manera intencionada. La naturaleza de
las obras de arte es metafórica,
ya que la obra de arte significa algo, puede establecer una relación
entre dos temas, y su significado, aún no queriendo expresar nada en
concreto, significa que no quiere expresar nada. En las obras de arte
el medio de expresión forma parte del contenido mismo de la obra. La
manera en como “la cosa” queda, forma parte de la obra.
Anteriormente, una obra de arte bien hecha, debía ser una muestra
de habilidad y destreza; por ejemplo, en el caso de una pintura, una
manzana se debía representar con absoluta precisión. Por otra
parte, Danto en unas de sus obras hace referencia a la alquimia del
arte; el arte se caracteriza por una transfiguración de los objetos
banales, de los objetos cotidianos. La obra se realiza desde el
conocimiento del artista y es como una palabra, ya que señala o
indica algo; está cargada de intencionalidad y afirma sobre alguna
cosa. La obra de arte no se limita al que sino que también
incorpora el como y los objetos son el resultado de una
absoluta transparencia. Entre las cosas que el artista afirme, bien
puede afirmar algo como no hacerlo, pero el no hacerlo implica
igualmente afirmar sobre algo, afirma que no afirma nada, y por ello
es que no deja de ser una afirmación.
Danto considera que se ha llegado a una situación en la que se
niega la autonomía del arte.
Por ello podemos establecer ciertas premisas que duran hasta nuestros tiempos
El artista, denominado producto
por ser el resultado de ser el “productor” de la obra; obra
inmaterial ligada al ámbito artístico por conceptos generalistas
de una sociedad cada vez más comúnmente extendida. Estos autores,
están desgranados de ser propiamente autores de las ideas que
proclaman, debido al comercio y movimiento incesante de todas las
ideas, no se puede asignar una autoría concreta a ninguna de ellas.
El artista es un fracaso de su
época; divide el pensamiento y fragmenta las partes para dedicar su
obra a un campo estrictamente preciso de denominación. Habla de
cosas que no conoce, o de cosas que conocemos todos, de otro tiempo,
de otras sociedades... Pero además son ideas que toma del medio que
le rodea, no las autogenera.
Las obras de arte se definen en
efectos que sobrevienen en el espectador, efecto sensibles que
utilizan simbólicamente para cargar de un significado prestable a
su obra.
La obra se crea en un espacio
prolongado, donde incurren diferente energías y experiencias; la
experiencia estética, se traduce por tanto en una sensibilización
de esa compensación de energías que determinan el flujo de la
obra.
Nada
Las sociedades materialistas
traducen su bagaje, en una compensación estética y admirable. Ya
no importa si la idea prima o confunde, importa un objeto
superficial y detonante, reflejo de una sociedad táctil y visual,
propietaria de todos los objetos de la tierra. De este modo, pierden
su valor cultural, para designarse en un valor puramente decorativo.
La representación es el efecto
reverente de nuestra decadencia; “No
queda nada digno que representar, no queda dignidad alguna
reivindicable en la tarea del representar”. La expresión
artística debía ser experiencia, presencia no representación.
No
podemos diferenciar dos mundos, creando la regeneración del arte a
través de su aura; este arte habla de este mundo y desde este
mismo; no puede mitificarse por sí mismo materializándose, puesto
que la materia corresponde al mundo factible y sensible, y las
ideas, que sería la experiencia formal de la presencia (o mejor
dicho de la existencia), provienen del mundo ideal e intangible del
conocimiento; inmaterial.
La
nuevas sociedades demuestran su incapacidad de adaptación desde las
ideas artísticas hasta su realización, intentando adaptar y
abarcar los nuevos conocimientos mecánicos aplicándolos
indiscriminadamente a las obras, insustancialmente; además,
extingue la idea de originalidad por falta absoluta de recursos, y
por el propio defecto de imposibilidad de diferenciar un original y
una copia.
En
este siglo, el arte no se expone, solo se difunde y se vende.
La
apropiación es a día de hoy el más alto punto de profusión del
arte; debido a su irreversible materialización, ya no es tanto el
valor de la idea o del producto de esa idea, tanto como en el cine y
su guión; sino que el arte se vuelve una rama del coleccionismo;
posesión y materialización de las “ideas”.
En
cuanto al arte relacionado con las nuevas tecnologías, entra en
debate la dificultad de tramitarlo como el arte clásico por
problemas evidentes de materialización y reproducción, pasando a
ocupar un segundo plano en la economización de los recursos y en su
comercialización; este arte, no está adaptado para este comercio;
o este comercio, no está provisto para este tipo de arte.
En
este nuevo arte, inmaterial, el artista pierde su figura
inalcanzable de mitificación, puesto que ahora sus ingresos no
provienen de la venta de un objeto material de posesión individual;
sino que vive de la difusión de esos contenidos específicos,
asequibles para más público.
El
coleccionismo se hace inservible y frustrante, y esto determina que
una obra pueda ser de interés público por decisión del pueblo y
no de las comitivas restrictivas que definen y delimitan la
institución “arte” . Audiencia.
Los
museos y espacios artísticos, tanto como las galerías o
instituciones, se ven obligadas a renovar sus formas para adaptarse
a las nuevas vertientes del arte.
Irremediable
evolución de las formas artísticas.
El
arte en su antítesis reivindica que una obra de arte, debe negar
serlo, y para pertenecer a la institución debe aparentar
exquisitamente lo máximo posible; dividimos así dos claras
vertientes, la sensible y la aparente.
A
su vez, esta antítesis tiene por norma contraindicarse a cualquiera
de estas dos vertientes; a la sensible, se le impedirá el acceso a
la institución y esta luchará por su reconocimiento, a la aparente
que si esté considerada, se le negará el alcance de ciertos
valores determinantes.
Le
toca a artista reinventar un sistema de arte que no se contradiga en
su repleta complejidad.
El
trabajo del artista, se delimita a la propia creación en un espacio
acotado que se define, finalmente por la intensidad de movimiento,
flujo o intercambio que sufra la obra; en esta sociedad, está
gravemente vinculado a la compensación económica y a su perpetua
productividad.
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