jueves

Lanae

Claustro del espacio, tolerancia impune del fracaso, aguas de palacio…

He concluido nuestra historia pasajera, falsa lisonja de primera, rudo sonido de tus caderas en otras manos, cascabeles atroces que rompen la noche urbana, la conclusión me reclama y yo me niego a escucharla. En algún momento el precipitado e ilusorio desconcierto me ha invadido, ha convencido a mi forma a hacerme tuyo, a modelarme sinuoso y atrevido a golpe de puro latido y regocijo.

Ya no soy el niño que era antes, la muerte flagrante inunda los espacios, la benevolencia se abre paso hacia el baño, quiere vomitar porque verme le produce asco; me ha invertido el fracaso, he vendido mi personalidad por tener tu tacto; tu tracto impersonal y desconforme, tu talante poderoso y arrogante, tu versión impertinente de la sangre, el olvido, y la carne…

Pero nadie sabe, que tengo un espacio incorrupto, donde puedo recogerme a regocijarme, donde estoy escondido hasta que todo se calme, hasta que la tormenta llueva y descargue, para que vuelva a hacer fértil el terreno incansable y vuelva el hambre; en un consorcio vislumbrado en la noche, atajo de mi derroche y calmante, suave y tolerante, sereno apaciguado y grande, geométrico en un orden alfabéticamente consonante, siempre y cuando inundando las vocales.

Pero el latifundio me agrava, en esta inmensidad esclava no veo horizonte, tan solo camino sin acritud ni orden, quizá esté dando vueltas a la manzana, quizá me la coma entera o encuentre al gusano, quizá vaya dado de mi propia mano y crea estar acompañado; pero no me importa, ni me disminuye, ahora todo me enriquece porque todo fluye, todo se comprende en la misma lengua, viceversa de mi natura, pues a tu lado la indiferencia y la locura me ensalzan y dominan, me explican y deforman, monstruosa criatura que nunca duerme para poder bajo la esculpida luz de la noche, entrometerse en los sueños prohibidos y llenarlos de miedos y oscuras voces, y entonces, bajo los cascos plateados de los coches, encuentro que me dio la madrugada entre desvelos y barrotes, que me he encerrado con mis propios fantasmas, que tu cara se me aparece tras los cristales, en las ventanas, y que finjo que no estás porque en realidad no estás, y entonces, me inunda el ansia.

Confuso recorro de nuevo el mismo silbido, lo silbo al revés, del final al principio, para desconjurar la trayectoria hasta el punto en que todo se hizo confuso y vacío; es decir, toda mi historia contigo. Entonces encuentro el decoro y la sabiduría, alcanzo el plano del conocimiento y me instalo, abro mis afluentes y mis manos, quiero volver a ser canal de dirección de lo espiritual y metahumano, preciso momento de confluencia de varios planos, ahora coincido con el ser que fui en mi pasado; soy uno y estoy preparado.

Gracias al prægnans liberum, prana de mi conciencia, sé quién soy y lo que quiero, sé qué hacer y qué no puedo, y puedo desestructurar mariposas hasta el fin de los tiempos, requisar sus colores y sus conocimientos y dejarlas libres bajo sus propios deseos, vuelve mi ser, comienza mi tiempo.

2 comentarios:

Antígona dijo...

Luis... soy Rocío; no te encuentro por ningún otro sitio.. Últimamente no dejo de acordarme de ti. Ponte en contacto conmigo, tengo ganas de saber de ti... Un abrazo

Antígona dijo...

Salamanca mínimo un año más... veámonos; tú eres ahora el que viaja...