jueves

Pragmática de cosustancialidad

Pretérito pasado y destino; hazme caso y ven conmigo.
Nunca sabes cuando frena el desatino,
Ni cuando se para en tu puerta el destino.
La vida se confiere en un torpe adivino de todo lo que surge y suscita el camino,
Las muestras de cariño, solo desvanecen momentáneamente el dolor que reina en los individuos; vivimos la catástrofe de todos los siglos, la prestada demencia de filósofos y científicos, la locura del pasado en pretérito adquirido.
Señores, maldigan los inventos que aumentan correlativamente su precio, maldigan la estrategia de comercio, el poder de adquisición de los necios, los gastos tontos y la televisión que tiene gran parte de culpa en esto.
Alcen la mirada al cielo, donde la luz se dispersa y baña el enorme contexto, comprendan que todo está ahí,
que todo lo que necesitas te lo proporciona el medio.
Aplaudamos, sí, aquello que son avances, que permiten el verdadero progreso,
no a esta máquina suicida de engranajes y dinero,
sino a todo lo que nos proporciona un mayor conocimiento.

Quiero decir, quizá no me explico con claridad:
Aprovechemos la realidad natural, lo que crece de la tierra, y lo animal, apliquemos los saberes de forma cósmica y racional, y brindemos por la causa cosustancial.
Resignemos del control moral y la presión socio-policial, que las normas sean estaciones de respeto verbal, físico y fundamental.

Que el progreso se consigue en la mejora de la calidad de vida, bajo de costes y reducción de mentiras, abolición de leyes prohibitivas que atentan contra la naturaleza viva, infracciones relativas, legislación altiva que cambia sus valores por dólares y luego apunta y dispara contra la población lectiva.

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