jueves

Hierba divina

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Y en el auge del destino, de repente, un niño truncó el camino de su perro…
No hay ansias ni pretextos que desconfíen el supuesto de hacer real un simple sueño.
No hay sueños ni realidades que pretendan ser solo eso; no hay verdades sin mentiras, ni veranos sin pasatiempos, no existen las tiranías sin tener algún fin bueno; nada es síntoma de lo perfecto, y no se puede meter la nada en un simple agujero.

Sí, a veces, te echo de menos,
a veces pienso en el vino que descendía por tu pecho,
que saltaba desde tus labios en la comisura del lado izquierdo;
a veces, y solo a veces, te recorro de nuevo entero…
Pero el pasado desarrolla un comportamiento adverso,
perecemos nosotros o quizá nuestros sentimientos,
perece nuestro alrededor y desde luego este mata al tiempo…

Deseamos que sea lento,
otras veces, más deprisa;
y cuando el ansia respira junto al corazón
en el pecho,
creemos que lo hemos perdido todo
(“todo” como concepto incorrecto)

Y el ansia se fumiga sólo aspirando hierba divina
que entrega la percepción a otro nivel,
otra situación de jengibre y miel,
y de repente te pierdes con él…

Luces naranjas y barcos de papel, cartón para construir un dintel, música sugestiva hace función de mantel y sobre él, comemos briznas, pastamos flores y comentamos los mejores días del ayer…
Un sueño desmejorado, en ocres, sanguina y sepia; papel arrugado papel mojado que poco a poco se quiebra. No podemos recuperar lo que hemos desperdiciado, tampoco aquello que nos han robado, no podemos sublevarnos ante el estado ni permanecer estáticos ante su mandato.
La convicción es un desatino, y la convección general un mito.

Pero aún nos queda algo, ser fieles a uno mismo,
liberarnos de pecados aprendidos,
esquivar el riguroso del destino,
alzar la voz
y ser un niño.

Sin mentir y dando gritos

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1 comentario:

pasajero dijo...

http://www.youtube.com/watch?v=B3R_n8KijSI